el ángel que empujaba su silla de ruedas ( Charles Bukowski )

Category: By Kevin

hace mucho tiempo él editaba una pequeña revista

fue en San Francisco

durante la era beat

durante los experimentos de leer-poesía-con-jazz

y lo recuerdo a él porque nunca me devolvió mis manuscritos

pese a que le escribí muchas cartas,

cartas humildes, cartas sensatas, y, al final, cartas violentas;

me dijeron que él saltó de una terraza

porque una mujer no lo amaba.

no importa. cuando lo vi nuevamente

estaba en una silla de ruedas y llevaba una botella de vino en donde meaba;

escribía poesía muy delicada

que yo, naturalmente, no podía entender;

me autografió su libro

(el cual me dijo no me iba a gustar)

y una vez en una fiesta lo amenacé con trompearlo y

yo estaba borracho y él lloró y

me dio pena y a cambio golpeé al próximo poeta que pasó

con su botella de pis en la cabeza; o sea,

nos entendimos, después de todo.

él tenía a esta mujer muy flaca e intensa

que lo empujaba por todas partes, ella era sus brazos y piernas y

quizás por un tiempo

su corazón.

era casi un lugar común

en los recitales de poesía en los que él participaba

verla a ella empujarlo rápidamente por el lugar,

a veces deteniéndose cerca mío, diciendo,

"¡no tengo idea de cómo vamos a subirlo al escenario!"

a veces lo lograba. generalmente lo lograba.

luego ella comenzó a escribir poesía, no leí casi ninguno de sus poemas,

pero, de alguna manera, me alegré por ella.

luego se lastimó el cuello mientras hacía yoga

y empezó a cobrar seguro por incapacidad, y nuevamente me alegré por ella,

todos los poetas querían cobrar seguro por incapacidad

era mejor que la inmortalidad.

me la encontré un día en el mercado

en la panadería, me tomó las manos y

temblaba toda

y me pregunté si alguna vez habrían tenido relaciones

esos dos. bueno, de cualquier manera estaban inspirados

y ella me contó que estaba escribiendo poemas y artículos

pero más que nada poesía, estaba escribiendo un montón,

y esa fue la última vez que la vi

hasta que una noche alguien me contó que había hecho una sobredosis

y yo dije, no, ella no

y me dijeron, sí, ella.

un día o dos después

en algún momento durante la tarde

tuve que ir al correo de Los Feliz

para enviar a una revista erótica algunos cuentos chanchos.

al volver

afuera de una iglesia

vi a esas sonrientes criaturas

muchísimas sonriendo

los hombres con barbas y pelos largos y usando

bluejeans

y muchas de las mujeres eran rubias

con mejillas hundidas y pequeñas sonrisitas,

y pensé, ah, una boda,

una bella boda a la antigua,

y entonces lo vi a él en la vereda

en su silla de ruedas

trágico pero de alguna manera calmo

viéndose aún más gris, un perfil como de halcón amaestrado,

y supe que era el funeral de ella,

realmente había hecho una sobredosis

y él sí que se veía trágico ahí afuera.

Tengo sentimientos, sabés.

quizás esta noche trate de leer su libro

 

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